La noche es joven

Toca celebrar que eres finisher de la Maratón de Nueva York

Salir en Nueva YorkEs el momento de celebrarlo, de contar batallitas sobre la carrera y de darte un buen homenaje. No se te puede olvidar algo: la medalla. Es la noche en la que todos los runners salen por la ciudad con ella colgada, y la lucen orgullosos. La gente por las calles te dan la enhorabuena (“congrats”) porque, para ellos, eres un héroe.

Toca llevar a cabo uno de los grandes retos del día. Sí, ya sé que la maratón fue tu gran desafío, y ya se ha acabado. Pero lo de bajar escaleras después de haber corrido 42 kilómetros también tiene su miga. En el hotel no tendrás ningún problema, ya que puedes recurrir al ascensor. El asunto se complica cuando llegues a la boca del metro. Ahí vivirás uno de los momentos más ridículos que puede sentir un maratoniano. Si eres capaz de descender sin dolores, es que no lo diste todo por la mañana. Para que no veas las estrellas cada vez que bajas uno de los escalones lo mejor es que lo hagas hacia atrás. Será extraño bajar escaleras como si fueras un cangrejo, pero duele menos, créeme.

Para comer…

Como ya ha quedado dicho, la oferta gastronómica de la ciudad es inabarcable. Y más ahora, cuando las opciones no se limitan únicamente a pasta, como antes de la maratón. Tienes todo tipo de cocinas, pero seguramente lo que te apetecerá será algo grasiento, ya que llevas meses cuidándote. Así que, sin ánimo de desmerecer otros sitios, podemos plantearnos este festival de las calorías.

Si lo que realmente quieres es una buena hamburguesa, estás en la ciudad indicada. Nueva York es el lugar en el que los restaurantes compiten por ofrecer la mejor hamburguesa de la ciudad. Tienes mucho para elegir, ahí van mis recomendaciones: mi favorito se llama Black Iron Burger. No sólo porque sus propietarios sean andaluces amigos míos, sino porque la carne que ponen es de 1ª calidad. De hecho, ha sido elegido el mejor por la revista Zagat, que es una especie de Guía Michelín. Al margen de eso, valoro mucho el arrojo y la valentía que tuvieron para venir a Nueva York a pelear haciendo hamburguesas, cuando lo podían haber hecho con tortilla de patatas.

Burger Joint es, seguramente, el más curioso. Está en el 119 W 56th Street. Cuando llegues a esta dirección, comprobarás que aquí lo que hay no es una hamburguesería, sino un imponente hotel, Le Parker Meridien. Pero, una vez entres en el hall, descubrirás a la derecha un pequeño cartel de neón con una hamburguesa dibujada. El lujoso lobby da paso a un pequeño pasillo. Lejos de la ostentación del hotel, se encuentra este pequeño local destartalado en una pequeña esquina insospechada. Su historia es muy curiosa: esta hamburguesería estaba desde mucho antes que el hotel. Cuando éste se construyó, negoció con el dueño de la hamburguesería para que se marchara, pero éste se negó y ahí se mantiene firme, a pesar de ser pequeño, frente al gigante. El lugar es un tugurio, y las alternativas son escasas: hamburguesa normal o hamburguesa con queso. Pero la carne es deliciosa.

Otro lugar que compite por el cetro de la mejor hamburguesa de Nueva York es el Corner Bistro, en el West Village (331 W 4th Street). Un lugar carismático, con mucho encanto. Igual que Burger Joint, su oferta no es muy amplia pero la calidad tanto de la carne como de las patatas es sublime.

No debemos olvidarnos del Dallas BBQ. Como su propio nombre indica, es comida americana: alitas de pollo, gambas fritas y, sobre todo, su gran especialidad, las costillas. Todo, en cantidades industriales. Está en un lugar muy céntrico, justo al lado de Times Square, en el 241 W 42nd Street. Es un local enorme, de dos plantas. Y, además, esto es muy importante, si quieres subir arriba, hay escaleras mecánicas. Tus piernas lo agradecerán.

Un lugar muy pintoresco es el Ellen’s Stardust, en pleno corazón de Broadway (en el 1650, a la altura de la 51st street). Como restaurante, no es de los mejores, pero sí que te atrapará su ambiente retro, inspirado en los años 50. Sus camareros van vestidos de la época y, lo mejor, es que todos ellos son aspirantes a formar parte algún día del elenco de un musical. Mientras esperan su oportunidad, hacen sus pinitos en el local cantando canciones clásicas mientras te sirven la comida. De aquí han salido exitosos actores que luego han triunfado en Broadway.

Salir en Nueva YorkPara beber…

Una vez termines de cenar, querrás celebrar la medalla con tu gente y brindar con un buen cocktail. Después de tantos meses en los que te has privado de ciertas cosas, te mereces darte ese capricho. Y más estando en la Ciudad Que Nunca Duerme, donde la noche no se sabe cuándo empieza ni cuándo acaba. Algunos de los lugares más cools tendrás que buscarlos en las alturas, son los conocidos como rooftops, locales que se encuentran en las azoteas de los rascacielos. Imagínate lo impresionante que debe ser tomar una copa con el Empire State casi al alcance de tus dedos.

Es la experiencia que puedes vivir en el 230 Fifth (Corner 27th Street on 5th Avenue), considerado el mejor rooftop de la ciudad. Si quieres emular a las protagonista de la serie Girls, debes ir a la terraza del Empire Hotel (44 West 63rd Street), donde hay música en directo bajo el icónico neón con el nombre del hotel. En el Meatpacking District, una de las zonas con más marcha de la ciudad, está The Top of the Standard (848 Washington Street), el rooftop del hotel Standard con unas espectaculares vistas del Río Hudson.

Si eres más terrenal, y no quieres subir a las alturas, lógicamente podrás imaginar que Nueva York tiene una oferta nocturna interesantísima. Las zonas más ambientadas son el mencionado Meatpacking y Greenwich village. Éste, además, es el epicentro del jazz en directo, con locales tan míticos como el Blue note.

Hasta aquí lo que yo te pueda recomendar. A partir de este momento, la noche es joven. Disfrútala como mejor sepas, seguro que podrás celebrar el gran día por todo lo alto.