Fred Lebow fue el fundador de la Maratón de Nueva York

Este post va dedicado a la memoria del alma mater de esta carrera

La historia de la Maratón de Nueva York está plenamente conectada a su fundador, Fred Lebow, un rumano (nacido Fischer Lebowitz) superviviente del holocausto judío. Llegó a la ciudad en los años 60, empezó a correr en el Reservoir de Central Park (el gran lago que hay en el centro del parque) y se inscribió para algunas carreras del Road Runners Club. Entonces, pensó que estaría bien montar una carrera en Central Park. Junto a Vince Chiapetta, organizó la primera Maratón de Nueva York el 13 de Septiembre de 1970, desarrollada por completo dentro del parque.

De los 127 inscritos, sólo 55 hombres la acabaron. Al ganador, Gary Muhrcke, le premiaron con un reloj de pulsera que apenas tenía valor. La inscripción costaba un dólar y el presupuesto total del evento fueron 1.000 dólares. Para que nos hagamos una idea de la magnitud que ha adquirido en estos años.

En 1976 eran ya medio millar de inscritos. Así que Lebow planteó sacar la Maratón de Nueva York a las calles de los cinco distritos de la ciudad (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island), en una fiesta en la que participaron ya 2.090 corredores. La inscripción subió a cinco dólares. El nuevo trazado apenas pasaba por el Bronx: los corredores cruzaban el Willis Avenue Bridge, tocaban un mástil que había colgado en el puente y regresaban. Los vecinos protestaron, porque querían que los corredores estuvieran más tiempo en el barrio, así que Fred Lebow añadió al año siguiente una milla.

Uno de los momentos más emotivos de la carrera

El fundador de la prueba ha protagonizado grandes momentos a lo largo de la historia. Pero, quizás, el más emotivo fue en 1992. Entonces tenía 60 años y un tumor cerebral. Pero no quiso irse de este mundo sin correr la (su) Maratón de Nueva York. Él había disputado 69 maratones, incluyendo la inaugural de Central Park en 1970. Pero, hasta entonces, nunca había podido participar en la de Nueva York como tal, por sus ocupaciones como responsable de la prueba. Así que, cuando el cáncer parecía no tener remedio, se hizo la promesa de correrla.

Los médicos le aconsejaron que no tomara riesgos y que no era necesario acabar, pero ese consejo chocaba frontalmente con la mentalidad infatigable de Lebow. Al que acompañó otra leyenda de esta carrera: Grete Waitz. La noruega, 9 veces campeona de la Maratón de Nueva York, se había convertido en una buena amiga. Durante la carrera, ella le hizo que parara a andar de vez en cuando. A pesar de que ella tuvo que ir a un ritmo mucho más lento del que había estado acostumbrada, dijo que había sido su mejor Maratón de Nueva York. Terminaron juntos en 5h32’34’’, entrando en meta con las manos entrelazadas, llorando y abrazándose. Lebow besó el suelo cuando cruzó la meta: había sentido el calor de los neoyorquinos, que aplaudieron su determinación.

Dos años después, el 9 Octubre de 1994 (poco antes del 25 aniversario de la prueba), murió el fundador de la Maratón de Nueva York.

Hoy, todos los corredores le rendimos homenaje cuando pasamos junto a su estatua a la entrada de Central Park, a la altura de la East 90th Street. Impasible, con su gorra calada y su barba, mira un cronómetro, como si el tiempo se hubiera detenido. Una estatua que, durante la semana de la maratón, se coloca junto a la línea de meta, al lado del Tavern on the Green.