Si te preguntas por qué corres, en Nueva York, capital mundial de las maratones, descubrirás la respuesta. Más de un millón de personas han cruzado la línea de meta y la han encontrado. Todo es a lo grande en una ciudad de 8 millones de habitantes como la Gran Manzana. Y su maratón no iba a ser menos. Las cifras que mueve esta prueba la colocan en el primer nivel, no sólo de los acontecimientos deportivos, sino también de los sociales.
Porque la Maratón de Nueva York es eso, todo un acontecimiento que trasciende lo meramente deportivo. El lugar en el que podrás correr en el mismo circuito de los profesionales, cruzar la misma línea de meta. O pasar por sitios en los que se acaba de producir la noticia, como cuando Haile Gebresselassie se retiró en 2010. Yo pasé justo por ese punto unos minutos después.
Si miramos las frías cifras, podremos llegar a las calientes conclusiones de que esta maratón no es como las demás: en el recorrido, más de 50.000 corredores. En las calles, animando, más de un millón de espectadores, convirtiéndolo en el evento deportivo más seguido del año. Eso lo dice todo. Es un día festivo para la ciudad, una jornada electrizante que desprende energía por todos los rincones por los que pasas.
Y, para que todo salga a la perfección, hay que alabar el papel de los más de 12.000 voluntarios: en la salida dando indicaciones, durante el recorrido repartiendo 235.000 litros de agua y 121.000 de bebida energética, en la meta colgando las medallas y entregando la bolsa del corredor… Todos con una sonrisa, amables hasta más no poder, te dan la sensación de un trato único y personalizado, que están ahí sólo para ti.
Pero es un evento que no se queda únicamente en la ciudad, sino que trasciende a todo el planeta gracias a su difusión mundial. Cada año lo cubren más de 600 periodistas, generando infinitas horas de televisión y produciendo ingentes páginas de periódicos. Un acontecimiento que provoca interés a gran escala y que tiene un enorme impacto económico. Se calcula que alrededor de 350 millones de dólares. Una parte muy importante de esa cantidad tiene fines altruistas.
La Maratón de Nueva York es solidaria, y eso se refleja en la gran cantidad de runners que corren por alguna causa benéfica. 40 millones de dólares (35 millones de euros) recaudaron los charities oficiales en 2018, aunque muchos participantes piden donativos para otras causas.
Una carrera que promueve la igualdad de género, ya que el número de corredores y de corredoras está casi equilibrado: el 55% de los corredores que acabaron en la pasada edición fue hombres y el 45 mujeres, demostrando la increíble pujanza de ellas en el mundo del running.
Si tuviéramos que hacer un retrato robot del corredor “tipo” de la Maratón de Nueva York, éste sería un hombre entre 40 y 49 años, casado, con estudios universitarios y dedicado a la administración. Aunque, como hemos dicho más arriba, cada runner es un mundo y hay tantos como participantes la corren.
Nueva York es la capital mundial de las maratones, la carrera que popularizó la distancia de los 42,195 kms entre la gente. Una de las disciplinas deportivas más exigentes ha pasado a ser una actividad de masas gracias a esta ciudad y a su maratón. Con sus puentes y sus colinas en Central Park, la Maratón de Nueva York no es la mejor para hacer buenas marcas, pero sí lo es para encontrar la respuesta a esas preguntas que te planteas. En Nueva York, el camino se convierte en el destino.