El recorrido de la Maratón de Nueva York (2): Brooklyn

17 kilómetros para disfrutar de tus energías intactas por el barrio más poblado de la ciudad

El recorrido de la Maratón de Nueva York sale de Staten Island casi en la milla dos y entra en Brooklyn. Este es el barrio más poblado de la ciudad y donde la maratón va a pasar la mayor parte del tiempo.

Una vez que has tocado Brooklyn, se pasa junto a Fort Hamilton, una base de la Armada que fue hogar de los generales confederados Robert E. Lee y Stonewall Jackson. Los corredores empiezan aquí una larga recta de cinco millas en la 4th Avenue y la 81st Street, en Bay Ridge, el primero de los muchos enclaves étnicos que encontrarás. Se dice que “Dios está en todas partes” en la 4th Avenue, por la cantidad de iglesias, sinagogas y mezquitas que hay. Pero todas unidas en este domingo bajo un mismo credo: la fe en el running. En este barrio se basa la película “Fiebre del Sábado Noche”, protagonizada por John Travolta.

Has llegado al kilómetro 5, el primer punto de cronometraje con alfombrillas en el suelo. El sonido incesante de los chips hará que quieras pasar de allí lo más rápidamente posible. Recuerda que aquí, al estar en Estados Unidos, la distancia se mide en millas, y los kilómetros sólo los podrás ver de 5 en 5.

En la milla 4 entramos en Sunset Park, una amplia comunidad hispana (mexicanos, ecuatorianos, colombianos…) y asiática, donde verás la iglesia de St Michael, que se puede apreciar perfectamente por su cúpula ovalada. Aquí también se encuentra el Chinatown de Brooklyn y la Brooklyn Army Terminal, punto principal de embarque de las tropas estadounidenses hacia Europa durante las dos guerras mundiales. En la 35th street la carrera pasa por el Cementerio Greenwood, donde descansan los restos de Samuel F. B. Morse, el inventor del código Morse; y Horace Greely, el fundador del The New York Times, entre otros ilustres.

Junto a la milla 5 (esquina de la 4th Avenue y la 42nd Street) a la izquierda está el Ebbets Field, la que era casa de los Brooklyn Dodgers, un equipo de beisbol que después pasaría a Los Angeles. El muro de este estadio todavía se ve en la 3rd Street. A continuación, se pasa cerca del Barclays Center, la cancha de los Brooklyn Nets. Por aquí el recorrido es llano. Un poco más adelante pasas te encuentras el Sunset Park, el nombre del parque que da título a la novela de Paul Auster.

No olvides hidratarte

Foto: NYRR

Aprovecha los diferentes puntos de hidratación que hay repartidos a cada milla por todo el recorrido (desde la milla 3) para beber. A uno y otro lado hay mesas con voluntarios que te dan agua o bebida isotónica (con sabor a lima-limón). No te preocupes si no puedes cogerla al principio, la zona de hidratación es larga. Mejor esperar un poco que meterte en la marabunta y que alguien te pise y te puedas lesionar. La bebida se sirve en vasitos de papel, por lo que deberás ingerir con cuidado de no atragantarte. Lo mejor es haberlo entrenado previamente en alguna de las tiradas. Mi recomendación es que cojas el vaso, lo aprietes un poco para que se doble levemente por la mitad y, así, el líquido no se derramará.

“Nada es tan grande como para no intentarlo”

Maickel Melamed

La zona por la que pasa ahora la maratón era antiguamente un vecindario de italianos, irlandeses, polacos y finlandeses, pero en la actualidad han sido sustituidos por latinoamericanos. Lo que sigue inalterable es el Green-Wood Cemetery, un cementerio en el que hay enterradas medio millón de personas.

De la 20th Street a la 3rd Street el recorrido es levemente cuesta abajo, así que aprovecha para recuperar un poco, soltar las piernas y tomar aire. Una manzana antes de la milla 7, podrás ver a la derecha la Old Stone House, en la 3rd Street. Con su tejado rojo, es ahora un museo que conmemora el lugar en el que los colonialistas permanecieron durante la primera de las grandes batallas de la Guerra de la Independencia. Años más tarde, desde 1883, se convirtió en las oficinas de los Brooklyn Dodgers. Un poco más adelante te das cuenta que ahora esta zona se ha vuelto muy comercial. Lo comprobarás al ver carteles de cada una de las franquicias de comida rápida que salpican los bajos de los edificios.

La gasolinera de Mobil en la 30th Street tiene acertadamente el día de la carrera un cartel que pone “On the run” (en el camino). Después de pasar la escuela Al-Noor en la 21st Street, se deja la 4th Avenue y pasas junto a la torre del Williamsburg Savings Bank, el edificio más alto de Brooklyn, construido en 1929, y el lugar donde está colocada la milla 8. En su día fue un edificio de bancos y de dentistas. Ahora son apartamentos. Lo único que se conserva son los relojes en las cuatro caras de la torre. Es la intersección de la Atlantic Avenue y la Flatbush Avenue.

Todos los caminos llevan a Roma (o a Central Park)

Aquí es donde convergen las rutas de las salidas verde, naranja y azul. Estamos en la Brooklyn Academy of Music, un lugar en el que desde 1861 han actuado, entre otros, músicos de la talla de Enrico Caruso o Philip Glass. Es una zona con mucha animación y el punto de confluencia de todos los maratonianos que, hasta ese momento han corrido por calles paralelas. A partir de ahora, en una perfecta comunión, todos iremos juntos por el mismo camino. Hasta este momento, los cronómetros que te ibas encontrando en cada milla estaban marcados con códigos de colores, según pertenecieras a la salida naranja, verde o azul. Ahora, es el mismo reloj para todos.

“Si quieres correr rápido, corre solo.

Si quieres llegar lejos, corre acompañado”

Enseguida entramos en Bedford-Stuyvesant, la comunidad afroamericana más grande de Nueva York y escenario de la película de Spike Lee “Haz lo que debas”. Aquí puedes ver hileras de los clásicos edificios de ladrillo rojizo. Y unos frondosos árboles que te resguardarán de los rayos del sol durante unos minutos. Tras algunos giros y calles estrechas, se cumple el primer tercio de la carrera.

Foto: Getty Images

En la milla 10, los maratonianos llegan a Williamsburg, el centro mundial de los judíos hasídicos. Se pasa de la algarabía al más absoluto silencio. Un silencio apenas interrumpido por el crepitar de las hojas caídas al paso de los ortodoxos. Algunos andan ajenos a la maratón, y el conflicto entre la tradición y la innovación es bien palpable. Y eso que éste es el barrio en el que se crió Fred Lebow. Es como si estuvieras en el siglo XIX: hombres vestidos de negro, con barbas largas y esos mechones colgando del pelo (peius), y mujeres con pelucas y faldas por debajo de las rodillas. Los niños no sonríen ni regalan golosinas como sucedía unos metros más atrás. El domingo es un día festivo para ellos, pero a su manera. Por eso, el que cierren las calles altera un poco su rutina. Además, en la maratón los hombres y las mujeres corren juntos, y eso no está bien visto entre la comunidad ultraortodoxa.

Este silencio es temporal, apenas unas manzanas. Un poco más adelante te encuentras con la zona hipster, Bedford Avenue, con un montón de galerías de arte, tiendas vintage y locales de tatuadores. Por aquí está la Metropolitan Pool, un oasis neoclásico diseñado en 1922 por el arquitecto Henry Bacon. Los trabajadores han puesto en las escaleras altavoces con la canción de la banda sonora de “Carros de fuego”. A la derecha, te encontrarás el McCarren Park, con una pista de atletismo que la rodea.

En apenas 12 millas, los maratonianos han hecho un viaje por el mundo sin necesidad de pasaporte. Sólo has tenido que cruzar Brooklyn de sur a norte. Queda un país por conocer en esta particular vuelta al mundo. Una vez pasas el Williamsburg Bridge, uno de los tres puentes que unen Brooklyn con Manhattan, la carrera entra en Green Point, la comunidad polaca más grande de la ciudad. Virando a la izquierda hacia Nassau Avenue, la ruta se adentra en Manhattan Avenue con sus casas de ladrillos. Bienvenido a Polonia. Muchas tiendas aún conservan sus carteles en ese idioma. Un barrio en el que su vecina más famosa fue la actriz y sex symbol Mae West.

Se pasa por el edificio 1908 Green Point Savings Bank, con columnas dóricas y una cúpula de panteón. Este banco era conocido en la zona por ofrecer préstamos a los inmigrantes. Ahora es el North Fork Bank. A su derecha, la Saint Anthony-Saint Alphonsus Roman Catholic Churc, con sus chapiteles blancos, señala que estamos a punto de girar a Queens. De repente, todo se transforma y ahora el paisaje es más industrial. Aquí, en la orilla del canal Newtown Creek, la armada construyó el Monitor, un barco que luchó durante la Guerra Civil.