«La maratón que no tuve que haber corrido», por Iliana Herrera

La corredora salvadoreña nos cuenta su testimonio en la Maratón de Nueva York

(Foto Iliana Herrera)

Desde que comencé a correr, una de mis mayores metas siempre fue disputar una maratón, esos 42.195 kilómetros que te hacen sentir invencible. Según las estadísticas, sólo el 1% de la población mundial ha logrado esta hazaña. En 2015, me aventuré a correr la primera, en Miami. Desde entonces, lo he he hecho en cinco, incluyendo una de montaña. Mi última maratón fue en 2019, en la ciudad de Nueva York.

A lo largo de mi carrera como corredora, siempre he respetado la distancia de 42.195 km de una maratón, pero en Nueva York no lo hice. Tengo una gran deuda con la Gran Manzana porque no respeté mi propio cuerpo al correr lesionada. Aunque podría argumentar muchas razones por las que tomé esa decisión, sé que fue un error y no debería haber tomado ese riesgo. Como corredora, nadie debería enfrentar esta u otra distancia si tiene una lesión.

Ahora no me siento orgullosa de haber llegado a la meta en esas condiciones. Aunque me sentí feliz de lograrlo, me pregunto si valió la pena poner en riesgo mi salud y si esta «hazaña» podría haberme costado mi capacidad de correr en el futuro. A menudo, el deseo de ser reconocido, de brillar por nuestros logros, y de mostrarle al mundo que somos fuertes nos lleva a descuidar nuestra salud y bienestar.

Nos olvidamos de disfrutar del proceso y solo nos enfocamos en el resultado final.

Mi experiencia en la maratón de Nueva York fue la más difícil debido a las condiciones en las que me encontraba. Con la falta de cartílago en una rodilla, dos meniscos lesionados y metatarsalgia en ambos pies, sabía que era una locura seguir adelante. A pesar de todo, tomé la decisión de hacerlo. Fue un proceso duro, pero también lleno de muchas enseñanzas para mi vida.

Aprendí que debo escuchar a mi cuerpo

(Foto Iliana Herrera)

No me arrepiento de haber corrido esa maratón. Disfruté cada kilómetro, incluso con el dolor que se intensificaba cada minuto. La maratón de Nueva York es una de las más importantes y prestigiosas del mundo, con un recorrido por las calles de la Gran Manzana, que no solo desafía físicamente a los corredores, sino que también ofrece una experiencia única. Correr por los cinco distritos de Nueva York, con la energía de la ciudad y el apoyo de los espectadores es una experiencia increíble. Aunque parezca mentira, el ambiente de la carrera hacía que cualquier dolor pareciera pequeño y eso hizo que, a pesar de no haberla corrido en las mejores condiciones, la recuerde con felicidad.

Sé que debería haber escuchado a mi cuerpo y no haber tomado ese riesgo. Como corredores, debemos ser responsables y cuidadosos con nuestra salud y bienestar. Debemos escuchar las señales de nuestro cuerpo y no poner en riesgo nuestra capacidad de correr en el futuro. Correr lesionado no es un acto de valentía, sino de imprudencia. Debemos disfrutar de la experiencia de correr.

Desde la maratón de Nueva York no he vuelto a repetir esa distancia y no sé si lo volveré a hacer. Pero, si llegara a embarcarme nuevamente en esta aventura, volvería a escoger Nueva York y le daría la revancha a la Gran Manzana.